Todos estamos familiarizados con los juegos de arquitectura clásicos, desde bloques de construcción que se convierten en atrevidas estructuras hasta juegos de mesa donde los jugadores compiten por ventajas espacial-estratégicas. Sin embargo, ¿cuáles son las narrativas arquitectónicas invertidas en las casas de muñecas, según qué pautas crecen las ciudades en los juegos de computadora y qué tipo de edificios protegen a los tiradores de ego de sus agresores? La exposición Serious Fun muestra y examina juegos y juguetes de arquitectura, invitándote a asombrarte, jugar y reflexionar.

Los juegos y juguetes de arquitectura forman parte de nuestro patrimonio cultural y técnico. Vienen hechos de madera, metal o cartón, otros se juegan en computadoras o consolas. Las variaciones híbridas convierten la ciudad misma en un tablero de juego, creando una interfaz para mundos paralelos. Estos juegos y juguetes también son parte de la historia social. Como una forma profundamente expresiva de la cultura popular, transmiten cómo percibimos nuestro entorno construido y las diferentes formas de imaginarlo. A diferencia de las representaciones con imágenes, que vemos a distancia, los juegos pueden desarrollar un carácter fuertemente inmersivo: quien participa en un juego se convierte él mismo en parte de él. Este poder cautivador no está exento de ambivalencia. Por un lado, la escala en miniatura es atractiva, para que las personas puedan participar activamente en el desarrollo de los edificios, pueblos o situaciones a los que de otro modo nunca habrían tenido acceso en la realidad, lo que ha popularizado los juegos como herramienta en los procesos participativos. Por otro lado, son los desarrolladores quienes influyen o manipulan el curso y el resultado de los juegos. Sus decisiones no solo construyen mundos completos, sino que también dan forma a visiones del mundo.