El 93 % de la comunicación es no verbal y se filtra de maneras que exponen nuestros pensamientos o sentimientos subyacentes. La nariz es la interfaz humana más antigua y avanzada. Respiramos hasta 24 000 veces al día y movemos 12,5 metros cúbicos de aire con nuestra respiración. Con cada aliento, las moléculas de olor inundan nuestro cuerpo, incluso cuando dormimos olemos. Los humanos pueden detectar al menos un billón de olores distintos. En solo 2 sinapsis, el olfato desencadena la emoción y la memoria. Los olores se utilizan constantemente, consciente o inconscientemente, para comunicarse entre plantas, animales y seres humanos. Los olores son un componente crucial en la definición, comprensión y orientación de un entorno. Los olores nos rodean todo el tiempo y la nariz lo sabe todo mucho antes que cualquiera de los otros sentidos. Durante cientos de miles de años, nuestros antepasados ​​aprendieron a codificar olores específicos con información que les salvó la vida. Muchas especies aún dependen en gran medida del olfato para su supervivencia diaria. Descrito como “el camino más directo al cerebro”, el olfato es subconsciente, precognitivo y emocional. El olfato ofrece una poderosa ventana a nuestro cerebro, comportamiento, emociones y comunicación.

A lo largo de su carrera, Tolaas ha colaborado con instituciones científicas, museos, arquitectos y marcas comerciales para explorar el papel del olfato en la percepción y la memoria humana. Su trabajo se centra en capturar, analizar y recrear olores del entorno natural y urbano, así como de situaciones emocionales y culturales específicas.